miércoles, 24 de septiembre de 2008

ARTICULO #35

#35 Noviembre 5 del 2004 El Ahorro,.. de todo.

Podríamos pensar que es responsabilidad del gobierno gestionar campañas de educación que introduzcan dentro del pensamiento colectivo la palabra ahorro (de energía eléctrica, de combustibles, de dinero, de todo). Para mí esto es cierto hasta cierto punto, siento que hay que definir a quien es que más daño le hace el no saber ahorrar, y es aquí donde tiene que surgir la necesidad de promover esta campaña. Claro está, que al ser el gobierno el encargado del bienestar de la nación, entonces, es su obligación.

Aquí podemos utilizar la comparación del nivel de involucramiento que presentan una gallina y un pavo para lograr hacer un omelet de huevos revueltos con jamón de pavo. El gobierno es como la gallina que puso el huevo (poco dolor, poco involucramiento), y el consumidor es como el pavo que puso la carne (mucho dolor, total involucramiento, hasta morir).

Cada vez que gastamos energía de manera innecesaria le cuesta al pais en importación de petróleo, además de que nos mutila el bolsillo. Cada vez que nos ponemos flojos y despreocupados en el uso del efectivo (en papeletas o plástico), es todo el sistema que se afecta negativamente. Pero realmente es quien gasta el que de verdad sufre por lo mal gastado. Es el consumidor la persona que más se beneficia al poseer un sentido justo del ahorro, no es el gobierno, no son las empresas distribuidoras de electricidad, no son los restaurantes, no son los hoteles, no son las ferreterías, no son los cines, no son las tiendas, no son las clínicas, no son los colmados, no son los salones de belleza, etc., etc. Todos estos elementos del sistema son realmente los beneficiados de que se utilicen los recursos (bien o mal), comprando los productos y servicios que ellos venden.

A todos nos beneficiaria que todos los recursos se utilizaran bien utilizados, porque así todos compraríamos las cosas necesarias, por su utilidad, su necesidad, su valor espiritual, valor de ocio, su valor de uso. Empezando por el gobierno, que tendría una población más racional, organizada y austera, los negocios (¿?) que podrían especializarse en suplir cosas de gran valor agregado y dejarían de vender las que no agreguen valor, a la sociedad que vería aumentar los niveles de seguridad ciudadana al disminuir la cultura de lo falso, lo superfluo e innecesario, y claro está a los consumidores que verían crecer su ingreso, su estabilidad emocional, espiritual y familiar.

Es en el orden inverso que debemos organizarnos y enfocarnos a crear y gestionar una cultura del ahorro (de energía, de combustibles, de dinero, de todo). Utilizo la palabra ahorro como inverso de la palabra despilfarro. No significa no gastar en nada: significa gastar bien. Empecemos de forma individual: gastemos bien, enseñemos el valor del ahorro y ayudemos a nuestros hijos a entenderlo.

Nunca le pidamos a quienes venden que promuevan las campañas que tienen que ver con el dejar de consumir sus productos, eso no es lógico, eso no es normal; eso no puede ocurrir. En el caso del gobierno esto si puede ocurrir, y se tiene que pedir: es urgente que iniciemos una campaña de ahorro de combustibles y de electricidad (de todo), aunque le duela.

Estamos mejorando, hay síntomas de estabilidad, tenemos más confianza en el futuro. Pero, por favor, seamos cautos. Y cuando llegue la bonanza, ojalá que la crisis nos haya servido para crear una cultura que rechace el despilfarro y promueva el ahorro.

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